jueves, 29 de diciembre de 2011

Mi madre por año nuevo



( mi madre )

Corrían los años en que se inventó la sopa de ajo y yo era un zagalillo que miraba como un mochuelo.


Hacía mucho frío y en el campo cantábamos a las niñas:


“Aunque me des veinte duros
no voy contigo al pinar
porque tienes sabañones
y me los puedes pegar"


Las nenicas, más dotadas para la lírica y para volverle loco a uno, respondían:


“…que quiero a un labradorcico
que coja sus mulas y se vaya a arar
y a la media noche
me venga a rondar”.


Me pasé, como siempre, al bando de las chicas y terminé la coplilla como pude:


“… con la pandereta, con el almirez y con la zambomba que rezumbe bien”.


El frío no sabía que a la vuelta de la esquina aguardaba el calentamiento global. Yo tenía la piel que va desde donde terminaban las perneras cortas del pantalón corto más resquemada que hábito de fraile y más encarnada que el batallón de El Campesino.
El día viernes anterior a Nochebuena, entré en el saloncito de mi madre con las notas cuajaítas de matrículas de honor. Mi madre quien, para variar, estaba rezando a ver si mi padre volvía de su despacho sin tirarse de las barbas, me miró con su carita de Dolorosa, me dio un beso de los de antes de la guerra y empezó a ponerme polvos de talco Cálber en mi malsufrida piel, directamente heredada de ella.


Pregunté a mamá:


- ¿Hasta cuando debo llevar pantalón corto?
La madre amantísima y clementísima me dijo:


- La costumbre es llevarlos hasta la pubertad, en que te pondremos de bombachos.


Las ocasiones hay que cazarlas al vuelo, como a las perdices, y las zalamerías se usan a mayor abundamiento:


- Si es costumbre será que no es ley. Dile a padre que tengo la cara interna de los muslos como San Lorenzo después de pasar por la parrilla y que lo de la pubertad, que es circunstancia de geometría variable, puede esperar, pero yo no.


Mi madre correspondió a mis floreos con un beso que todavía llevo clavaíto en el cogollo del alma.
Sin esperar a la fiesta de los Reyes Mágicos, ella me llevó al sastre señor Espada en la calle Caballero de Gracia. En una nonada de días iba yo con los bombachos más contento que Chopillo.
Tiempo después me contaron que mi madre abordó ante mi padre la cuestión de mis entrepiernas, con un adorno andaluz:


“¿Qué tiene er niño, Migué?
Anda como trastornao…
Le encuentro cara de pena
y el colorsillo quebrao”.
                              Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

13 comentarios:

  1. ¡Qué tierno!, nada como una madre para entender todas nuestras necesidades.

    Besos

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  2. Jaja, muy bueno, si señor. Unos con matrículas y otras sin ellas, pero bilingue para compensar, con faldita corta y pantalón corto por debajo para poder jugar a lo bruto.
    Guapa tu madre. Bs.

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  3. Manuel, bello recuerdo a una madre en Navidad. Un relato delicado y amoroso.
    Bien sabes tú que los sabañones no son contagiosos, aunque lo diga la copla, en cuanto a la piel enrojecida y seca por el frío, a mi me ponían glicerina y aunque escocía lo suyo, al día siguiente la mejoría no era de matrícula de honor pero sí era notable.
    Buenas noches.

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  4. Qué tierna manera de contar una anécdota familiar... Me ha cautivado.

    Un abrazo.

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  5. Seguro que a las maestras también las traías loquitas con esa labia y ese razonamiento precoz y con esos ojillos que hablan sin hablar...
    Menos mal que no fuimos juntos al colegio, porque yo a los niños buenos y cargaítos de matrículas los hacía muchas maldades...

    Un beso rebelde ( o dos)

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  6. Hola Manuel amigo mio, tierno post de año nuevo dedicado al recuerdo de tu querida Madre.

    El ser que más te quería en la vida esta contigo, vive en el recuerdo de tu alma.

    El amor de madre lo cura todo en el alma de un ñiño.


    Feliz año nuevo 2012 que llegue con las alforjas llenas de todo lo bueno con todos tus anhelos y deseos cumplidos para ti y para el mundo.

    Un abrazo fraternal de MA para ti desde tierra Granadina.

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  7. Un recuerdo precioso y tu madre era un bellezón.

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  8. "....un beso que todavía llevo clavaíto en el cogollo del alma."
    Bizarra ternura!!!
    Con esas emociones en el " cogollo del alma" se puede andar por la vida con el más abrigado y cálido de los equipajes.

    Felicidades para el 2012!!!
    Un abrazo.

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  9. Mucha ternura en el recuerdo y más aún en los ojos de tu mamá.Añoro a la mía...¿por qué se nos van las madres cuando podemos compensarlas de tantos sacrificios pues llegó la edad de entenderlas, no sólo de amarlas?Un abrazo Manuel María y feliz 2012.Ah, y me impactó tu última foto...¡cuánto frío están pasando! Aquí, bañados en sudor y a la sombra las horas del mediodía.

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  10. Me quedé pensando en la sabiduría de tu madre...porque los hombres son hombres y ¿qué mejor argumento para el orgullo y la hombría de tu padre que esos versos de Rafael de León? Y me imagino que bombachos le llamás a los pantalones largos. A veces, cuando veo la variedad actual de largos de los pantalones de los varones niños y adultos, me acuerdo cuando ponerse los largos era signo de haber entrado al mundo de los mayores.Un beso.

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  11. Me he quedado colgada del relato.
    Tiene de todo.
    Un abrazo cargadito de emoción

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  12. Tuve que venir de nuevo a leer.

    Esa frase del beso en el cogollito del alma es, BELLÍSIMA

    De verdad.

    Un besito

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Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!