miércoles, 4 de enero de 2012

El amigo de un amigo


( foto del autor )

Tengo un amigo de tazas de vino que tiene un amigo que tiene un bar.

El amigo de mi amigo es el último romántico en activo. Yo también lo soy, mas en situación de excedencia. El amigo de mi amigo casó varias veces, tiene varios hijos y más de sesenta años.

El último romántico regenta un bar allá por el paseo de las Delicias. Se enamoró de una chica colombiana, a quien empleó un tiempo como camarera en su cantina.

El marido de la cantinera se había quedado allende los mares mientras ella probaba fortuna en Madrid. No se sabe bien lo que pasó, ni por qué ni cómo acaeció, pero lo cierto es que la hembra sujeto-objeto de la pasión amorosa del amigo de mi amigo, se amancebó, aquí en Madrid, con un señor colombiano.

La camarera, además de una hija adolescente, de un marido consentidor y de un amante peluquero, también tiene mamá, casada hogaño con un caribeño muy guapachoso pero que no es su papá de ella.

El caso es que la chica tropical da cuartelillo al dueño del bar, pero no permite a éste tocarle un pelo.

Al cabo de unos meses de triángulos y cuadrángulos, la chica de ultramar decide volverse a su tierra y montar una peluquería en la que trabajan hoy en día, amén de ella misma, su mamá y el hombre casado con la mami, pero que no es su papi.

Andan a la brega también, todos en el salón de estilismo bogotano,el marido legal y el amante oficial de la bella colombiana. Los cuartos para montar el negocio han salido de los ahorros del amigo de mi amigo.

- Ten en cuenta que no es para tanto, me dice. Allá con unos pocos miles de euros se hacen maravillas.

La historia me seduce y me anima a inquirir:

- ¿Puedo ser franco contigo? 


( Venus O'Hara por Guy Moberly )

Obtenida la licencia me entera de que, además del fondo de maniobra requerido para abrir el establecimiento peluqueril, el hombre del bar envía a ultramar unos euros con frecuencia mensual.

Mi amigo de tazas de vino piensa que no es una cifra exagerada y yo me digo que, al otro lado del charco y en la coyuntura actual, si dejamos aparte a los narcos y a los políticos, tal estipendio mensual no lo gana ni el rey del mambo.

Anteayer, mi amigo me cuenta que su amigo el del bar está recién llegado de Bogotá, de girar allá una visita de dos semanas para ver a su platónica amada.

La vió, durmió con ella y volvióse sin rozarla un milímetro de piel.

Parece ser que la ex-bodeguera y hoy fogosa peluquera argumentó, con toda lógica, que en la habitación de al lado dormía su mamá. Y que en la del otro costado lo hacía su maridito, pared con pared, a su vez, con el cuarto del amante. De la hija adolescente no se sabe nada. Mejor así.