(el autor, cuando muchacho, en Granada)
Pienso a menudo en qué consistía la sensación de perpetuidad
ilimitada que impregnó mi infancia. Voy llegando a la conclusión de que ese
sentimiento que me embargaba nacía de los tres meses de veraneo, azules,
dorados, idénticos a sí mismos, sin cambio alguno. Unas veces en la Vega Alta
de Granada, otras en la Dehesa de Campoamor.
Como quiera que la ciudad, Madrid, cortaba esa plenitud de
mis largos y cálidos veraneos, siempre me he considerado ajeno al bullicio y a
las obligaciones ciudadanas.
No me gustaba, ni me gusta, Madrid.
Me gusta el campo.
ResponderEliminarBesos.
Andri Alba
Naciste libre, el campo y el mar es tu destino.
ResponderEliminarEs tu hogar, la libertad de vivir en libertad, es lo tuyo.
Lo urbano te mata el alma.
Besos de colores niño Manuel.
"Estos días azules y este sol de la infancia".
ResponderEliminarDebió existir otro Madrid que yo no conocí y que en nada se le parece al de hoy. Bueno es mirar hacia la campiña, huyendo de este ambiente que nos envenena.
ResponderEliminarEl autor,cuando muchacho, era clavadito a su madre.