domingo, 5 de diciembre de 2010

Venezia acqua alta



Il Gazzettino: última chiamata per Berlusconi: il rischio secessione esiste ancora.
Friuli – Venezia – Giulia: secessione frente a federalismo. La Liga Norte encartela la gota roja que es Venezia: “Roma ladrona”.


En Venezia hace un frío húmedo que se mea el lorito. En los exteriores y en los interiores de los cuerpos y de los espíritus.


Las toilettes de los restaurantes tienen puertas que se deslizan hacia la izquierda y el agua de sus lavabos sale a pedal. Si no conoces los trucos, te puedes hacer pis encima. Lo bueno de pasar dos semanas en Venezia es que ya no tienes que volver más nunca.


Los indígenas de aquí tienen las rodillas como polvos de talco. Son las putas escalinatas de los puentecitos que atraviesan los canales. ¡Qué calvario!


La vez anterior no había perros. Ahora sí, sobre todo teckels de pelo corto de un claro color marrón. Me acusan de ser exquisito y asocial. Será… seré… me cuesta muchas fatigas aguantar gilipolleces.


En la mesa de al lado dos norteamericanos hablan por sus móviles. El hombre gordo parece un gorrino de ciento veinte kilos. Ella es una ternerita que habla como el pato Donald. Aún tiene su morbo.


El vino tinto de Rubrato contiene sulfitos. Yo me contengo a mí mismo y me perjudico seriamente. La salud mía. Por no cantar las cuarenta al lucero del alba.


En la vitrina escaparate del restaurante La Faluca, en la calle de la Mandola vive un rodaballo. El ojo que me mira tiene una catarata. Muerto no está, pues me saluda cada vez que paso, que son varias al día. No me gustaría morir con él en Venezia. El bicho parece un po particolare. Como yo. ¡Magari!


Mi error es un viaje. El viaje. La semana de pasión es un horrible malentendido. Entre ella y yo. Y entre la Iglesia y yo.


Escribo en un café-wine-bar llamado “Teamo”. En San Marco 3795. Mujeres guapas y una nube de hombres no-heterosexuales. Alguna chica con pelo a lo garçon acaricia la mano a otra chica con pelo a lo garçon.


Una moza, con melena ella, me recuerda a Laetitia Casta… en bajito eso sí.


Hablando de comer, esto es lo que hoy he desayunado y comido y cenado: dos manzanas, dos lácteos con fruta y cereales. Dos tés, uno verde y otro no. Ensalada. Tomates pequeñitos. Espaghettis con tomate. Un té. Dos vodkas. Nada.


Escriben desde Mestre:


- “Mañana nos vemos en la Azienda agrícola. Villa Crespia al lado de Villa Chiòpris. Fattoria Colsanto”.


Ya es mañana. Mientras espero a ella, en el restaurante en que cenaremos pido un cuchillo para sacar punta al lápiz que me mangué en la librería Mondadori.




8 comentarios:

  1. Creo que tu relación con Venecia es tremendamente contradictoria, una relación amor-odio, o al menos eso me parece que se desprende de tus escritos.

    ¡Vale!, ahí te va un abrazo (no se si de pata negra, porque la economía está un chunga)

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  2. Te leo y al final consigues sacarme una sonrisa.
    Esta relación de odio con Venezia, tiene tintes de no tener vuelta atrás.
    De cualquier forma, acuno tu desesperación mientras sacas punta al lápiz.
    Un beso nacional y pajarero.

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  3. Lo bueno de pasar dos semanas en Venezia es que ya no tienes que volver más nunca.

    Si es que el Señor da dientes a quien no tiene pa' comer.

    Bacio

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  4. ¡Gracias Mercedes! Pues sí con Venezia y con tantas otras ciudades y personas. Un escritor, cuyo nombre no recuerdo, dijo que "no se debe vivir en la ciudad amada, porque su belleza te distrae del oficio de escribir..."
    Recibo tu abrazo y me siento reconfortado ¡Allá va el olor de una rosa!

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  5. María, los nativos de Venezia son especialmente...( me callo el calificativo, que termina en "...achas") y su ciudad bella, incómoda, húmeda, maloliente y...maravillosa. Ahoga el corazón.
    ¡Acuna, acuna, que el cuchillo que me han dado no corta ni el viento!
    Pajarero...¿Miguel H.? Otro cadencioso para tí.

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  6. Pues sí Pilar, amiga, y pañuelo a quien no tiene mocos y mocos a quien no tiene pañuelo...
    La pioggia stanca il mio cuore...il mondo ha la struttura del linguaggio...me ne vado bella...

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  7. Amigo Manuel, hay que reconocer que nunca llueve a gusto de todos.

    Hay ciudades que cuando se visitan causan buenas impresiones y otras malas, depende del momento y las circunstancias de cada uno y dejan buena huella o mala huella, todo depende del cristal con que se mire.
    Hay ciudades que el tiempo se para en ellas y no avanzan siempre están igual son monótonas puede ser que eso le pase a Venecia y las venden a los turistas como reclamo de amor romántico,otra cosa es vivir en ella.

    Abrazos de MA para ti.

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  8. Amiga MA: Venezia se ha convertido en una enorme exposición, siempre llena de hordas de visitantes, de góndolas de plástico que se venden en tiendas de horteradas que proliferan por todas partes, de menús turísticos con pizzas recalentadas, de colas para visitar San Marcos, de canales que no huelen bien, de ratas y palomas. A PESAR DE TODO, mi querida MA, Venecia es siempre un motivo de recuerdo y de escritura...

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Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!