martes, 23 de noviembre de 2010

VENEZIA HÚMEDA


( foto izquierda del autor )

...No tengo fuerzas ni para enfermar del mal del viajero. Hoy he conseguido fotografiar la paloma que me ha pegado la gripe aviar o la peste porcina, o lo que sea. La muy cabrona.

Ceno en la trattoria “da Arturo” di Ernesto Ballarín, San Marco 3656. La mejor pasta de Venezia. El camarero tiene más pluma que un palomo cojo. Me pone ojitos de cordero degollado ¡Que Santa Lucía le conserve el olfato, porque la vista la tiene perdida!

Voy a intentar comprar melatonina, yogurt y té verde y manzanas. Ninguno estos cuatro claros objetos de mi casto deseo se encuentran fácilmente en esta ciudad tan bella como triste.

Resulta que el restaurante del signore Ernesto es el preferido de los nobles y de los actores. No siendo yo aristócrata ni parte activa de la farándula, me identifico con ellos. Es la única casa de comidas que me gusta de Venezia. Tardío descubrimiento, pero útil al fin. Lleva abierto 35 años y se come natural, sin queso y senza pescados tóxicos. Papardelle con raddichio. ¡Exquisitas! Alcachofitas y espárragos verdes. Tres sabores amargos, suaves al paladar y digestivos para el foie.

Primera vez en mi vida que deseo volver a la meseta esteparia y mesetaria.

Al día siguiente repito visita culinaria. Ceno otra vez donde el Sr. Ernesto. Fotos con los hermanos Cohen. Con Leonardo di Caprio. Nureyev con María Callas.

Platos creados por el señor Ballarín. Me dejo llevar. Fío demasiado en las mujeres. Por una vez, lo hago en un hombre y ello para elegir la cena que degustaré a solas, como tantas otras veces en esta edad moderna de mis pecados.

Las pequeñas alcachofas son de color violeta. Ya me gustaría pillarlas en Madrid. Los hongos guisados con patatas, cebolla y ajo son la pera limonera. Ya comprendo. Los primeros días me sentí agredido por el saor, el aceto balsámico, el pescado radiactivo y la mozzarella laxante. Este signore me ha reintroducido en el mundo de los sabores humanos. No especies picantes, no peperonni, pero sí ajo, sí plantas aromáticas. Herbamare muy baja en sodio ¡Así, sí!

Entra una señora que huele a mimosa y a mala leche, vestida de Gucci hasta las bragas. Un niño se come un solomillo más grande que Del Piero.

En Venezia los locales son mínimos, no tienen espacio ni para asentar bien las posaderas. Te sientan en cajas de vino y no puedes estirar la pata, que no hay tierra para enterrar a los muertos.

Semirreconciliado, me vuelvo a Madrid mañana. ¡Ciao bella! ¡Arrivederci bellísima!


5 comentarios:

  1. Triste Venecia, tan solo si tú estás triste y ete niegas a mirarla.

    Parpadelle con raddichio, un motivo para volver.

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  2. ¡Mi querida Pilar, agradezco tu visita! Los hados estaban en mi contra y quince días son excesivos...No dejes de ir a lo de Ernesto...No me quedan ganas de volver, por ahora...¡Gracias!

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  3. Dinámico texto.
    Las fotos me han encantado. Insito, quiero ir Venecia, al menos ya se donde ir a comer.
    Feliz vuelta
    Un abrazo

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  4. Me alegro de que terminaras reconciliándote con la ciudad aunque quizá, 15 días y, si no era un viaje "romántico" son muchos.
    Estupendo tu redescubrimiento de los lugares en los que yantar es un placer.
    No puedo sino repetir ... Venezia de mis amores...
    Un beso que te espera a tu regreso.

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  5. No cabe duda de que tienes buen gusto, jo! ya me gustaría a mi
    pillar esa cena contigo!!
    Un beso sin gripe, no Me vayas a contagiar.
    Aquí en París hace mas frío que en Siberia!!

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Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!